luns, 30 de marzo de 2020

¿No hay nadie enfadado?


Tellegen, Toon (2014). ¿No hay nadie enfadado?, ilust. Marc Boutavant, trad. Montserrat Muñoz Cenjor. Zaragoza: Edelvives, 88 pp. (ISBN: 978-84-2639-464-4).
Descripción del formato y contenido: Este libro, de tapa dura, tiene unas dimensiones de 190mm x 270mm y está compuesto por 88 páginas. La edad recomendada de lectura por la editorial es de 6 a 8 años. 
En la cubierta nos encontramos una ilustración de una de las escenas del interior del libro. En esta escena aparece un elefante, que será el protagonista de uno de los relatos, apoyado en un álamo mirando hacia arriba con aire pensativo. Aparece también en esta capa el título del libro con letras mayúsculas de color blanco, y, más abajo, el nombre del autor y del ilustrador con el mismo tipo de letra. Estos dos elementos los podemos encontrar también en el lomo. En la contracubierta podemos ver otra vistosa escena del interior del libro, pero, en este caso, aparecen una ardilla y una hormiga en un pequeño bosque. También nos encontramos aquí una pequeña síntesis del libro. En el interior de este libro ilustrado se desarrolla una sintaxis narrativa acompañada de ilustraciones a color, que exigen contar con una experiencia lectora previa y una implicación del lector para la producción de sentido. Por ello, para trabajar con los más pequeños, seríamos nosotros quienes se lo leyésemos y a través de las ilustraciones irían comprendiendo las historias. 
El título de ¿No hay nadie enfadado? adelanta la temática del libro, permitiéndonos intuir que se trabajarán las emociones y los sentimientos, más concretamente, el enfado. También se puede deducir que se trabajará esta emoción a través de un personaje que la sienta. Este libro ofrece la posibilidad de una lectura narrativa acompañada de ciertas ilustraciones que van plasmando otros aspectos aparte de lo contado, logrando que los niños y niñas desarrollen su propia imaginación. 
El argumento gira en torno a doce relatos cortos (fábulas) protagonizados por diversos animales. En cada uno de estos relatos hay un protagonista que siente un estado del enfado diferente. A veces, además del protagonista, también aparecen otros personajes que ayudarán a este a gestionar su emoción. En el libro también se trabajan otras emociones, como la alegría, el miedo o la melancolía, y ciertos valores, como la convivencia, la resolución de conflictos, el diálogo o la tolerancia. 
Cuentan con un narrador en tercera persona que cuenta el relato y lo que le va ocurriendo a los personajes, que se complementa con las propias voces de los protagonistas. En cada relato aparece la misma estructura, que se basa en una presentación del personaje, la introducción del problema, la resolución y el final de la historia. Existen repeticiones y recursos propios de la transmisión oral que favorecen el ritmo. Se recurre a figuras como la personificación, hipérbaton, símil o comparación, metáfora y a nivel estilístico se utilizan múltiples campos semánticos, como la naturaleza (sol, luna, álamo, bosque, río, colina, estepa…); los animales (elefante, hormiga, ratón, erizo, ardilla, sapo…); el cuerpo humano (cabeza, hombros, espalda, nariz, cintura…); los colores (negro, azul, rojo…); las emociones (felicidad, alegría, timidez, melancolía, rabia…); las estaciones, las partes del día y también se emplean campos semánticos opuestos como día/noche, sol/luna, alegría/tristeza… 
Desde el punto de vista de la lectura visual, las ilustraciones permiten realizar una lectura visual paralela y complementaria, pues en ellas se pueden observar pequeños fragmentos de la narración, aunque contando solo con ellas no seríamos capaces de averiguar la historia completa que nos relata el texto. No obstante, en muchos casos podemos observar otros aspectos que no se incluyen dentro de la narración. El estilo de estas ilustraciones es variado, va desde ciertas ilustraciones realistas a otras un poco más abstractas e irreales. 
Las ilustraciones están dibujadas con lápices de colores. Algunas de ellas no disponen de fondo, simplemente se dibuja sobre la página en blanco. En aquellas que disponen de él, se realizó un ahumado con algún color oscuro o simplemente se cubrió todo el fondo con un color claro (como podemos observar por ejemplo en la cubierta del libro). Algunos personajes aparecen contorneados con una fina línea negra, mientras que otros no lo están. También se consigue cierto volumen, distanciamiento y perspectiva mediante el claroscuro y colores más suaves. 
En las ilustraciones existen siempre diferentes planos para poder observar como son los personajes, en que posiciones se encuentran, sus expresiones corporales y faciales, sus acciones, sus conductas… Estas ilustraciones están dispuestas de diferentes formas. Unas veces ocupan toda la página, pudiendo así observar y entender con claridad lo que está sucediendo y centrar nuestra atención. Otras veces están colocadas en diferentes zonas de la página (encima, debajo o en medio del texto) para mostrarnos de forma visual que está sucediendo en ese momento. Todas ellas nos exponen las acciones de la historia, pero de forma ilustrada. 
Los personajes son animales. Estos aparecen ilustrados y dibujados de forma realista. Por el contrario, su “personalidad” y sus conductas se encuentran humanizadas durante toda la narración. El recurso que utiliza el autor es el antropomorfismo para la atribución de rasgos, emociones o intenciones humanas a entidades no humanas, en este caso, animales, que pueden hablar, experimentar emociones y sentimientos. Entre los animales que aparecen en los cuentos cabe señalar un damán, un elefante, una lombriz, un escarabajo, un cerdo hormiguero, un ratón, un bogavante, un erizo, una musaraña, un hipopótamo, un rinoceronte, una ardilla, una hormiga, un sapo y un grillo. Por otro lado, en algunas ilustraciones aparecen otros animales como un conejo, un pájaro, un cuervo, un oso, una tortuga… Algunos de ellos interactúan como mediadores del enfado entre los protagonistas de la historia. Otros representan el valor y el cariño de la amistad y también la pertenencia a un grupo. Todos juntos se apoyan y se comprenden, buscando identificar correctamente cada una de las emociones. 
Potencialidades: Con este libro ilustrado se puede trabajar la educación emocional, la socialización y distintos valores. Además, potenciará la imaginación. Los animales, al estar humanizados, nos transmitirán distintas emociones, bien sea a través de sus palabras o acciones, o bien a través de sus expresiones faciales y corporales. Los animales experimentarán esas emociones y los niños y niñas se podrán sentir identificados. Al disponer de doce relatos breves podremos abordar cada uno de ellos en diferentes días, centrándonos así en las distintas emociones y valores que se exponen en cada uno. De esta forma, podremos trabajar la educación emocional. Los protagonistas se encuentran en continua interacción con sus iguales, así que podremos trabajar ciertos aspectos para una correcta socialización y relación con los demás, tomaremos a los personajes como referencia para aprender que debemos hacer y que no. Mediante las ilustraciones también podremos trabajar el conocimiento del entorno, centrándonos, sobre todo, en la naturaleza. 

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